Continuamos esta semana con la resolución de problemas. ¿Cómo enseñamos a resolver problemas? ¿Basta con hacer una cuentas, ecuaciones, algoritmos y ya está? ¿O buscamos una reflexión? ¿Un resultado? ¿Una conclusión? El ritmo frenético en el que nos zambullimos a diario en nuestras aulas, la presión de tener 50 minutos que acaban a golpe de campana, a veces nos impiden estar el tiempo que requiere profundizar en un problema determinado. Nos empeñamos en hacer problemas y más problemas porque los alumnos no terminan de entenderlos pero, ¿no sería mejor detenernos todo el tiempo que sea necesario en tan sólo un problema? ¿Cuántos problemas son necesarios para que los alumnos interioricen y comprendan realmente lo que están haciendo y no sólo se queden con "la receta" que les permite aprobar? Muchas veces tengo la sensación de que los alumnos sólo escuchan el día antes del examen para ver qué es lo que entra. Cuando en realidad lo que entra es todo lo visto hasta entonces.
Tratando de contar de otro forma los problemas, busqué material en el canal de Javier Caboblanco (canal de youtube que recomiendo) y me quedé embobada viendo como este maestro cuenta cuentos a sus alumnos. ¿Cuentos? Sí. Cuentos. Y ¿para qué? Resulta que para todo. Contenidos de ciencias, de lengua y hasta de matemáticas. Javier Caboblanco sabe narrar y captar la atención de sus alumnos con tan solo un folio que dobla y convierte en cuentos. A mi me gustan los cuentos. Creo que a todo el mundo le gustan los cuentos. Desde tiempos inmemoriales se han contado cuentos, la gente se ha reunido para que le cuenten historias. ¿Por qué gustan los cuentos? ¿Solo por el final o por toda la historia que relatan? Yo creo que el cuento se disfruta del principio al final, ¡claro! que depende quién te lo cuente te entretiene más o menos. Yo quería esta poderosa herramienta para mis alumnos. Yo quiero que mis alumnos se concentren y disfruten con un sólo problema, como si estuvieran leyendo un cuento o escuchándolo. Como en el cuento, un problema es importante de principio a fin, tiene un comienzo, un desarrollo y un desenlace y, todo es importante. Además utilizando el folio que plegamos materializamos cada una de las etapas del cuento, en mi caso cada una de las etapas de resolución de un problema.
Si realizamos 20 problemas con nuestros alumnos, sin duda hemos hecho un buen trabajo como profesores pero, ¿qué recuerdan los alumnos? Que los problemas son un rollo, que no hay quién los entienda, que es un trabajo largo y pesado que nunca acaba. En definitiva, a veces, les creamos una angustia que les provoca un rechazo absoluto a los problemas. ¿Probamos a contarles un problema como un cuento? Sólo uno. Además, una vez que lo tengan en sus manos y vean que es algo agradable de ver y poco a poco comprensible a su cabecita serán capaces de abordar más problemas. Con el libro problema en sus manos visualizan los cuatro pasos que hay que realizar para resolver el problema. Ya no es sólo que escribamos en la pizarra los pasos, es que esos pasos forman parte de una página de su librito. Y además luego, tienen contado (resuelto) un problema siguiendo esos pasos. Es más, cuando pasan las semanas de haber contado ese primer problema y abordamos otros problemas con otros temas, los alumnos recuerdan que hay cuatro pasos para resolver o contar esos problemas.
Dejo aquí un vídeo donde se ve en primer lugar el pequeño libro problema que realicé de ejemplo para que los alumnos comprendieran qué íbamos a hacer y después de ven los que hicieron los alumnos. El del ejemplo está hecho con un DIN-A4 y los alumnos lo hicieron con DIN-A3 para que quedase más grande y pudiéramos exponerlo en clase. Una vez acabado cada pareja de alumnos cuenta su problema a sus compañeros.
Si realizamos 20 problemas con nuestros alumnos, sin duda hemos hecho un buen trabajo como profesores pero, ¿qué recuerdan los alumnos? Que los problemas son un rollo, que no hay quién los entienda, que es un trabajo largo y pesado que nunca acaba. En definitiva, a veces, les creamos una angustia que les provoca un rechazo absoluto a los problemas. ¿Probamos a contarles un problema como un cuento? Sólo uno. Además, una vez que lo tengan en sus manos y vean que es algo agradable de ver y poco a poco comprensible a su cabecita serán capaces de abordar más problemas. Con el libro problema en sus manos visualizan los cuatro pasos que hay que realizar para resolver el problema. Ya no es sólo que escribamos en la pizarra los pasos, es que esos pasos forman parte de una página de su librito. Y además luego, tienen contado (resuelto) un problema siguiendo esos pasos. Es más, cuando pasan las semanas de haber contado ese primer problema y abordamos otros problemas con otros temas, los alumnos recuerdan que hay cuatro pasos para resolver o contar esos problemas.
Dejo aquí un vídeo donde se ve en primer lugar el pequeño libro problema que realicé de ejemplo para que los alumnos comprendieran qué íbamos a hacer y después de ven los que hicieron los alumnos. El del ejemplo está hecho con un DIN-A4 y los alumnos lo hicieron con DIN-A3 para que quedase más grande y pudiéramos exponerlo en clase. Una vez acabado cada pareja de alumnos cuenta su problema a sus compañeros.
Y aquí cómo se dobla la hoja de papel para poder hacer el libro problema. Basta con que cada uno luego lo personalice.
No hay comentarios:
Publicar un comentario