lunes, 29 de junio de 2009

ABIERTO POR VACACIONES: EL TESTAMENTO DE UN EXCÉNTRICO

Llegaron las vacaciones y lejos de abandonar el blog, voy a aprovechar este parón en las clases para dedicar más tiempo a mis intereses personales y matemáticos. Aprovecharé para probar nuevas herramientas, hacer una wiki, abrir el baúl de los recuerdos con actividades pasadas y no contadas, ... Todo ello sin prisa pero sin pausa.


En primer lugar voy a mencionar un texto de un libro de Julio Verne, que me ha mandado un gran lector amigo mío. En él se muestra una forma original de declararse en matrimonio, utilizando claro está las Matemáticas.

Libro: "El testamento de un excéntrico".
Parte final del Cap XXX (final del libro)


Resumen del libro y año de publicación:
http://es.wikipedia.org/wiki/El_testamento_de_un_excéntrico
Bajado de aquí:
http://www.taringa.net/posts/ebooks-tutoriales/2014851/Libros-de-Julio-Verne.html


"En fin, la víspera del día en que iba a celebrarse el matrimonio de Max Real y Lissy Wag, los novios recibieron la visita, no del venerable Humphrey Weldon algo encorvado por la edad, sino la del señor William J. Hypperbone, mas joven que nunca como observó muy bien Jovita Foley. El gentleman, después de dar sus excusas a Lissy Wag por no haberla dejado ganar la partida, le declaró que, quisiera o no ella , le gustara o no a su marido, acababa de depositar un nuevo testamento en casa del notario Tornbrock, en que hacía dos partes de su fortuna, una de las cuales era para ella.
El matrimonio se celebró al siguiente día se puede decir que en presencia de toda la ciudad. El gobernador del Estado y William J. Hypperbone acompañaron a los esposos en aquella magnífica ceremonia.
Después, cuando los recién casados y sus amigos estuvieron de vuelta en casa de la señora Real, William J. Hypperbone, dirigiéndose a Jovita Foley, dijo:
-Señorita Foley, yo tengo cincuenta años.
-Usted se alaba, señor Hypperbone -respondió ella, riendo como sabía reír.
-No; tengo cincuenta años, y usted tiene veinticinco.
-Veinticinco, en efecto.
-Bueno, pues si yo no olvidé los rudimentos de la aritmética, veinticinco es la mitad de cincuenta. ¿Dónde quería ir a parar aquel gentleman tan enigmático como matemático?
-Pues bien, señorita Foley; puesto que usted tiene la mitad de mi edad, si la aritmética no es una ciencia vana, ¿por qué no se convierte en la mitad de mí mismo?
¿Qué podía responder Jovita Foley a aquella proposición tan originalmente formulada? Aceptó.
Y, para terminar, ante los sucesos tal vez inverosímiles que este relato contiene, no olvide el lector la circunstancia atenuante de que todo esto ha pasado en América."

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