Esta mañana salí a dar un paseo por la ciudad, me encontraba parada delante del semáforo. Miré el muñequito rojo que me indicaba que no podía pasar y los números en la parte inferior que me indicaban el tiempo que restaba para poder pasar. ¡Qué curioso! Pensé. Hasta en el semáforo tenemos que saber los segundos que nos faltan para pasar.
Los números descendían desde el 70, 69, 68, .... 41, 40, 39,... 10, 9, ..., bueno, mientras cuentas se te pasa el tiempo más deprisa y al menos no te desesperas. Es un buen ejercicio mental. Además ahora nadie puede decir que no sabe contar al revés. Pero mientras pensaba todo esto me dí cuenta de algo más. Al ponerse verde el muñeco se movía y además, aumentaba de velocidad a medida que la cuenta atrás para poder pasar se acababa. ¿Cómo era posible que todo esto lo hiciera el semáforo? Hasta hace tan sólo unos meses teníamos el semáforo de toda la vida, ese que tan sólo se ponía en rojo y verde y a lo más, comenzaba a parpadear el muñequito verde cuando se iba a terminar el proceso de cruzar. Entonces me acerqué más para ver cómo era el "nuevo" semáforo. Pude comprobar que las pantallas, los muñequitos y los números estaban formados por puntos luminosos, estos puntos permitían formar la imagen que se quisiera.
¡Vaya! Una buena utilidad para el punto. ¿Cómo se llamarán estas bombillitas pequeñitas? Entonces he recordado un artículo de una compañera de mi IES, que se publicó en el periódico del Centro (La Bulla de la Ribera) en la edición de diciembre, página 8. En este artículo mi compañera (Cándida Alcaide) nos explica lo que son estas bombillitas, en realidad se llaman diodos LED, duran más que una bombilla normal, ocupan menos espacio y consumen diez veces menos que una bombilla convencional. Yo añadiría, además, que si se rompe una de estas bombillitas el semáforo no queda inoperativo, sino que puede seguir funcionando no siendo tan urgente o necesaria su reparación.
Iba pensando en todo esto y en lo útil que es el punto en este caso, ya que no sería posible un semáforo tan completo y que nos proporcione tanta información si no fuera gracias al punto, cuando llegué al kiosko de la ONCE y compré un cupón. Entonces me fijé en el número que había sido premiado el día anterior. Lo anunciaban en un letrero luminoso formado también por puntos. De este modo se puede renovar todos los días sin gastar papel, u otro material fungible.
Continué mi paseo, a mi lado pasó un autobús y fijándome en cuál era, me dí cuenta que el panel que informa sobre el recorrido del autobús también estaba formado por puntos. De este modo cualquier autobús puede cambiar de ruta y de cartel en cualquier momento, según sea necesario. ¡Caramba! Y yo sin apreciar la utilidad del punto.
Foto: Jordí Avellá (Publicada en el Mundo.es)
Continuando mi paseo y buscando con más atención situaciones semejantes me encontré, una cruz de las de farmacia formada por las mismas bombillitas (puntos de luz), letreros luminosos de publicidad para tiendas, letreros sobre la información del tráfico, faros de coches fabricados con diodos LED. Es realmente sorprendente lo que puede pasar inadvertido a nuestros ojos.
Por fin llegué a casa. Ya se había acabado mi paseo. ¡Qué pena! con lo que había disfrutado. Pero mi pesar duró poco, al llegar al ascensor pude comprobar que de nuevo ahí estaban los puntos. En una pequeña pantallita del ascensor aparecía una flecha formada por puntos que me indicaba que subía y los pisos por los que subía iban apareciendo en pantalla, por supuesto formados por puntos. Y además había otros pequeños puntitos en cada uno de los botones que indicaban los pisos, éstos no eran luminosos, me refiero al sistema Braille. ¡Realmente increíble! A partir de ahora, no podré decir que el punto es menos importante que la recta o el plano.
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